Una de las premisas que nos ayudan en la toma de decisiones como consumidores es la de la certidumbre acerca de la composición y origen de los alimentos que adquirimos y posteriormente consumimos, ¿pero hasta dónde podemos estar seguros de que estamos ingiriendo aquello que hemos elegido y pagado?
QUÉ ES Y CÓMO COMBATIR EL FRAUDE ALIMENTARIO
Para evitar alarmismos innecesarios, vamos a comenzar afirmando que no es una práctica excesivamente frecuente ni necesariamente peligrosa para la salud, salvo en el caso de que los productos sustituyentes sean alérgenos para la víctima del fraude. El principal objetivo de esta infame praxis es el fraude económico sin ánimo lesivo, entregando productos de menor valor y/o diluyendo la proporción anunciada. Pese a que no existe una definición unificada dentro de los organismos europeos dedicados a luchar contra este tipo de fraude, podemos definir el fraude alimentario como la sustitución deliberada e intencional, la adición, la manipulación indebida o la tergiversación de alimentos, ingredientes alimenticios o envases de alimentos; o declaraciones falsas o engañosas sobre un producto, con fines económicos.
¿Qué tipos de fraude alimentario podemos encontrar? Según su alteración, podemos establecer 4 tipos de fraude alimentario:
- Cantidad: Se trata, aparentemente, del fraude alimentario más evidente. Es el de una disminución en la cantidad de producto entregado. Esto puede llevarse a cabo de varias formas: bien entregando un envase con una capacidad inferior a la prometida o bien usando una máquina de medición convenientemente manipulada.
- Calidad o pureza: Estamos ante una alteración en la composición de los ingredientes que constituyen el producto, que son alterados por adición, sustitución o falsificación deliberada, generalmente utilizando otro distinto o uno más barato.
- Conservación: Se trata de uno de los más peligrosos para la salud del consumidor, ya que puede afectar a la propia salubridad del alimento, bien porque haya vencido su fecha de caducidad o porque no haya sido conservado en las condiciones requeridas para optimizar la durabilidad del producto y sus propiedades o sabor se hayan visto mermadas.
- Origen o Identidad. Las Denominaciones de Origen Protegidas (DOPs) son certificaciones obtenidas por el uso de ingredientes provenientes de zonas geográficas concretas y que son tratados de una manera específica durante la elaboración para alcanzar unas cotas de calidad que los distingan de su competencia. Pese a que suelen contar con un etiquetado distintivo y, en ocasiones, sólo están de venta en determinados comercios, es posible que su etiquetado sea falsificado o que la propia proporción y origen no sean los anunciados.
Es una tarea bastante más compleja para el consumidor final de lo que pueda parecer, así que comenzaremos con una serie de consejos que nos ayudarán a evitar ser víctimas de prácticas empresariales deplorables. Lo más evidente es la compra alimentos frescos o mínimamente procesados, ya que cuanto menor sea el número de manos o procesos por los que haya pasado el alimento, menos probable es que su composición haya sido manipulada o deteriorada. Realiza compra de proximidad: este tipo de comercio no garantiza necesariamente la autenticidad del producto, no obstante, sí nos da una persona a quien reclamar o denunciar en caso de fraude alimentario. Revisa y conserva siempre el etiquetado para poder exigir responsabilidades al reclamar o denunciar ante la autoridad correspondiente.
¿Existe alguna autoridad o asociación gubernamental o privada que certifique la autenticidad de los alimentos que consumimos?
La Unión Europea establece unas normas de calidad para el consumo de alimentos realmente elevados, pero no es omnipresente ni tiene la capacidad revisar todas y cada una de las partidas producidas dentro de sus fronteras ni la de las que llegan a través de ellas. Si bien la crisis de la carne de caballo encontrada en el año 2013 en lasaña precocinada en el Reino Unido, en la que aparecieron trazas del antiinflamatorio fenilbutazona, aumentó drásticamente los controles sobre los productos procesados. Pese al aumento del control, aún estamos lejos del nivel de control deseable en la lucha contra el fraude alimentario.
Desde Qalimentaria animamos a tomar el mayor número de medidas posibles para garantizar la inocuidad de los alimentos y combatir el fraude alimentario.