La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdio Alimentario, pretende producir una drástica disminución del desperdicio de alimentos que acaban en la basura, y también pretende fomentar un mejor aprovechamiento de los alimentos.

Tres de cada cuatro hogares tiran comida a la basura, lo que supone unos 1.364 millones de kilos de comida y bebidas al año. Un tercio de los alimentos producidos para consumo humano acaban convirtiéndose en desperdicio alimentario.

Sin embargo hay gente que pasa hambre. Hay más de 800 millones de personas que pasan hambre y 1.600 millones con problemas de malnutrición.

Además el desperdicio de alimentos influye negativamente en el medio ambiente por el mal uso de los recursos naturales utilizados en la producción de alimentos: agua, suelo y energía, y el aumento de residuos. Y económicamente, disminuyendo la eficiencia del sector productivo.

Compromiso

Para solventar estos problemas, es necesario el compromiso de toda la sociedad en su conjunto. Los actores implicados abarcan toda la cadena alimentaria, desde el productor y los intermediarios hasta el consumidor final.

La nueva Ley se enmarca a nivel nacional dentro de las grandes líneas del gobierno en materia de:

  • Justicia social
  • Protección ambiental y
  • Crecimiento económico

A nivel internacional, la Ley aspira al cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, de su Agenda 2030, que aspira a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el mundo.

Buenas Prácticas

La Ley pretende establecer un modelo de BUENAS PRÁCTICAS para evitar el desperdicio de alimentos, con actuaciones en toda la cadena alimentaria, desde los productores, fabricantes, suministradores, hasta los consumidores, modificando los hábitos de consumo y de producción.

A todos los eslabones o agentes de la cadena se les establecen unas obligaciones comunes como disponer de un plan de prevención, donar o distribuir excedentes de forma segura, cuantificar pérdidas y que los productos con fecha de consumo preferente vencida, deban presentarlos separadamente del resto de productos.

Cuando los alimentos ya no estén en condiciones óptimas para su consumo deben darles un nuevo uso como subproducto (alimentación animal, compost, biogas, etc.)

A continuación se muestras ejemplos de distintas prácticas a implantar en distintos eslabones de la cadena alimentaria:

  • Agricultura: mejorar la planificación y calendario de cosechas, producción, manipulación y almacenamiento
  • Industria alimentaria: optimizar prácticas producción y manipulación, así como condiciones de mantenimiento
  • Hostelería: facilitará sin coste adicional que el consumidor pueda llevarse los alimentos no consumidos. Flexibilidad con los menús y tamaños de las raciones e incorporar criterios de compra sostenible.
  • Establecimientos, fomentar venta de alimentos aptos para el consumo aunque sean poco estéticos. Y promover consumo de productos de temporada y de proximidad, ecológicos y a granel, así como aquellos con fecha próximas a la fecha de consumo preferente.
  • Las empresas de colectividades como centros sanitarios y educativos o residencias que ofrezcan catering o servicio de comedor, también con programas de prevención y reducción de desperdicio alimentario
  • Consumidores: cambios en los hábitos de consumo, mayor sensibilidad con el medio ambiente y consumo de recursos, consumo de productos de temporada y de cercanía.

Sanciones

Además se estableceran sanciones por incumplimiento de la Ley. Las distintas comunidades autónomas podrán establecer normas para la aplicación y cumplimiento de dicha Ley.

 

 

Fuentes:

https://www.thesmartcityjournal.com/es/agrosmart/espana-tercer-pais-europeo-en-incorporar-una-normativa-sobre-desperdicio-alimentario-a-su-legislacion?utm_source=owned&utm_medium=mail&utm_campaign=dailynews&utm_term=291121

https://www.lamoncloa.gob.es/consejodeministros/Paginas/enlaces/111021-enlace-alimentos.aspx

 

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